Raisa Pérez Esteban. Hospital Juan Ramón Jiménez (Huelva)
CEFALEA TIPO TENSIÓN
Es el dolor de cabeza más frecuente, afecta a un 46 % (12-78 %) de la población adulta a nivel mundial. Es más frecuente entre los 35-40 años para ir disminuyendo posteriormente.
El dolor es leve o de intensidad moderada, que no suele incapacitar a la hora de realizar las tareas de la vida diaria.
Tiene carácter opresivo, similar a un casco o una banda apretada alrededor de la cabeza.
Se desconoce con exactitud porqué se produce, aunque se cree que intervienen factores ambientales y orgánicos. El estrés, la ansiedad y la depresión están asociados a este tipo de dolor de cabeza, así como la dificultad para relajarse o trastornos del sueño. La alimentación también podría influir, por ejemplo, la deshidratación y la privación de cafeína.
Se cree que algunos puntos osteomusculares presentan una hipersensibilidad, de manera que algunos estímulos que en condiciones normales no generarían dolor, presentarían este tipo de dolor de cabeza.
El diagnóstico es clínico. Es decir, no es preciso realizar ninguna
prueba diagnóstica, sólo la historia contada por el paciente y una exploración neurológica que no muestre alteraciones relevantes salvo la hipersensibilidad previamente comentada.
Es importante detectar otras enfermedades estrechamente ligadas que
pueden unirse a la afectación del estado general del paciente, como son la depresión, ansiedad y alteraciones del sueño para conseguir un buen control del dolor.
Por la frecuencia del dolor, la cefalea tipo tensión se presenta de forma episódica, cuando aparece por rachas de hasta 14 o menos días de dolor al mes, o bien, de forma más continua o crónica (más de 15 días al mes).
En cuanto al tratamiento, son muy importantes terapias sin uso de medicamentos como las técnicas de relajación, que han demostrado ser útiles, fisioterapia multimodal cráneo cervical y psicoterapia con manejo del estrés y el dolor.
Para los episodios de dolor esporádico y de intensidad moderada, el tratamiento más utilizado son los analgésicos como el paracetamol e ibuprofeno.
En caso de que el dolor sea frecuente y no responde bien a los analgésicos, existen otros tratamientos, denominados preventivos, como la amitriptilina, un fármaco antiguo antidepresivo que mejora la frecuencia del dolor a largo plazo, y que no se usan por error del médico pensando en que el paciente tiene depresión. También hay que saber que puede pasar algunas semanas antes de notar la mejoría y se tiene que tomar el tratamiento todos los días y habitualmente largo periodo de tiempo (habitualmente meses).